Hace unas semanas pude asistir a la 2ª Convención de Coaching por Valores en Barcelona, donde me hacía especial ilusión reencontrar a compañeros de viaje con los que había compartido experiencias que ya nunca olvidaré, tanto en la certificación como en el máster de esta metodología tan potente.
Allí estábamos más de cuarenta locos de los valores hablando de nuestra pasión, de cómo podemos contagiar al resto de los mortales con una filosofía de vida y de trabajo basada en la esencia de lo que nos mueve y nos conecta con los demás. Con la que está cayendo ya no es algo necesario… ¡es algo imprescindible! Vivimos en la era de la digitalización y de la automatización, pero si no ponemos remedio también vamos camino de la era de la deshumanización. Pero no pierdo la esperanza, ¡todo lo contrario!
Cuanto más negro lo pinten, mayor motivación tendré para seguir luchando por una noble causa: la de contribuir a formar el Gran Ejército de Buenas Personas. Sí, lo sé, he repetido este concepto varias veces en los últimos posts, pero es que pienso que es la única forma de que vayamos tomando conciencia de lo verdaderamente importante para que este mundo funcione: ser buenas personas. Eso es lo único que les pido a mis hijos que sean el día de mañana: ni ingenieros, ni abogados, ni deportistas de élite, ni famosos… simplemente buenas personas, porque será la mejor forma que tendrán de ser felices y conseguir hacer realidad sus sueños.
[bctt tweet=”“¿A qué quiero que se dediquen mis hijos el día de mañana? ¡A ser buenas personas!”]
Volviendo a la convención, después de ser ponente en la pasada edición, este año he podido disfrutar con mayor intensidad de las ponencias de mis compañeros/as. ¡Unos cracks! Te los voy a presentar, así como el valor principal que cada uno de ellos me hizo sentir:
Abrió la jornada Ana Mª Miranda, mi buena compañera de máster que vino de Tenerife y me hizo tomar conciencia del valor de la cooperación social con su charla “La Rueda de los Valores para la participación ciudadana” con una herramienta innovadora. Gemma Sabaté nos sorprendió con su nuevo taller “Educación por Valores: una aplicación de la metodología en coaching familiar y de adolescentes”. ¡En su primera edición ya ha sido todo un éxito! El próximo será en abril. También Julia Mateo nos habló del mundo de los jóvenes con el método “Cómo hablar para que nos escuchen y cómo escuchar para que nos hablen”, franquicia de los autores del best-seller con el mismo nombre. Ellas dos me inspiraron el valor de la educación humanista, que tan necesario es conectarlo con el mundo real más allá de las materias curriculares tradicionales.
Antes del mediodía Simon Dolan, el creador de la metodología, nos deleitó una vez más con lo último en lo que está trabajando. ¡Una mente inquieta y de gran valor! Nos presentó la nueva caja de la herramienta “El valor de los valores”, la nueva versión del cuento “La isla de los valores”, y por último, presentó su libro “Liderazgo, Dirección y Coaching por Valores”, además de su próximo proyecto para certificar a Directivos en Liderazgo por Valores… ¡lo espero con expectación! Me declaro un fiel seguidor de Simon al que admiro entre otros valores por su humildad y capacidad de ayudar a los demás. Puedes conocerle mejor en la entrevista que tuve el placer de hacerle unos meses atrás:
Por la tarde seguimos aprendiendo de grandes profesionales. La ponencia de Ismael García me impactó. Su espíritu de superación personal es todo un ejemplo. Nació con parálisis cerebral pero ello no le impide vivir la vida que desea y superar cualquier barrera que se interponga en su camino. Toda una lección cuando preguntó a la sala: “¿A santo de qué nos ponen una etiqueta de discapacitado? ¿Cuántos de la sala tenemos alguna discapacidad?” Todos levantamos la mano… Después Alberto Rodrigo me volvió a conmover con su historia y demostró que con optimismo y buen humor podemos salir de cualquier trance. Él es coach experto en relaciones enfocado al colectivo LGTB. Presentó su libro “Mucho más que dos” que no solo es útil para parejas gays. Tanto Ismael como Alberto me transmitieron con fuerza los valores de la determinación y el espíritu de superación personal.
Mi compañero de máster Angel García nos introdujo al mundo del Mindfulness con una práctica de meditación que me permitió conocer una herramienta muy práctica para aquellos que buscamos desarrollar el valor de la conciencia plena de las cosas.
A continuación Carme Brit, una pedazo de coach y gran comunicadora con quien he tenido el privilegio de colaborar, a través de la metodología Lego Serious Play me hizo aflorar un valor imprescindible en cualquier organización que desee prosperar con pasos de gigante: la diversión en el trabajo. Pero eso sí, bien canalizada y gestionada. La gamificación empresarial lo hace posible y las cartas El valor de los Valores también son un claro ejemplo.
El pastel de valores no podía tener mejor guinda que la de un gran profesional y persona con quien hemos compartido inquietudes e ilusiones en nuestro camino de emprendimiento hasta hacer realidad nuestros sueños profesionales: Pere Berga. Un Mallorquín del que nos puso de relieve el valor del trabajo en equipo a través de los castells. ¡Hasta nos trajo una colla castellera para que lo pudiéramos comprobar in-situ! Gracias también a la Colla castellera de la URL por permitirnos vivir una experiencia “de altos vuelos”.
En definitiva, una nueva experiencia que me reafirma una vez más en la fortuna de pertenecer a esta comunidad de grandes personas que buscan cambiar la conciencia del mundo. Por su puesto todo ello conducido con la pasión contagiosa de David Alonso, Laura Moncho y su equipo de colaboradores, Santi y Robert.
¡Gracias a todos/as!
Te invito a visitar la web de Coaching por Valores para saber más sobre los próximos talleres y certificaciones.
Para acabar, déjame recopilar la lista de valores que afloraron en mí en esta convención y proponerte una acción que he puesto en práctica en mi día a día para cada uno de ellos:
Cooperación social: un buen día decidí hacerme voluntario de Cruz Roja además de ser socio. Contribuir económicamente a una entidad social con lo que humildemente uno pueda es necesario, pero hacerlo como voluntario aportando nuestro bien más valioso que es el tiempo es también muy gratificante.
Educación humanista: durante el año programo un mínimo de dos charlas en institutos y centros de enseñanza donde poder transmitir mi filosofía de vida y de trabajo para formar a los líderes del futuro. ¡Hay que trabajar la base!
Humildad: tengo el hábito de aprender de cualquier persona por sencilla que parezca y de agradecerle la inspiración que me genera su experiencia de vida. Tengo un lema que me encanta: “Pensar que no eres mejor que nadie ya te hace mejor que muchos”.
Ayudar a los demás: cuando decidí emprender en mi profesión actual, lo hice a partir de una necesidad vital de ayudar a personas concretas a mejorar personal y profesionalmente.
Determinación y Espíritu de superación: cuando algo sale mal, acto seguido mido mi nivel de compromiso con el objetivo a partir del tiempo (en minutos, horas o días) que tardo en restituir la ilusión por continuar aunque sea “adaptando en vuelo”.
Conciencia plena: es la madre del cordero, tomar conciencia de todo lo que nos ocurre. Ha sido el aprendizaje más profundo y que más me ha servido en mi proceso de crecimiento personal en los últimos diez años. La pongo en práctica al reflexionar sobre cómo me siento ante cada experiencia de vida y hago interactuar a mis dos yoes.
Diversión: siempre que preparo una sesión individual o grupal con un cliente busco la forma de incorporar elementos lúdicos.
[bctt tweet=”La #diversión multiplica la capacidad de retener el aprendizaje.”]
¡Está demostrado y yo lo he comprobado en multitud de ocasiones!
Trabajo en equipo: siempre que me planteo un nuevo proyecto, antes de lanzarme en solitario pienso en qué personas serían los compañeros/as ideales de viaje. ¡Colaboración al poder!
¿Qué te parecen pues estos valores? ¿Ya pones los tuyos en acción? Si no es así te recomiendo que lo hagas cuanto antes. ¡Verás cómo dejas de sufrir!