En nuestro equipo solemos tener tantas personalidades como número de personas lo integran, aunque si somos capaces de identificar algunas maneras de ser predominantes, seguro que nos va a ser más fácil gestionarlo de forma eficaz.
Posiblemente te hayas preguntado alguna vez por qué determinadas personas tienen tendencia a comportarse de una forma y otras de otra, cuando tú les has intentado educar profesionalmente a todos por igual.
Esto tiene que ver con la diferencia entre temperamento y carácter, los dos componentes básicos de la personalidad.
Resulta que el temperamento forma parte de nuestro ADN, nuestra constitución biológica, lo llevamos de serie. Si te encuentras ante una persona por lo general enérgica, nerviosa, pesimista, irascible, y esto forma parte de su temperamento, siempre tendrá la tendencia a comportarme en base a estos rasgos.
Ahora bien, no todo está perdido, puesto que esa persona también tiene un carácter determinado que se ha ido formando sobre las experiencias vividas y que le permiten moldear, atenuar o por el contrario enfatizar su temperamento.
Personalidad = Temperamento + Carácter
Por lo tanto, todo lo que haces y dices a las personas con las que te relacionas habitualmente es susceptible de afectar a su carácter, a su manera de ser.
Por ejemplo, si permites que por lo general la gente a tu alrededor hable chillando, aquellas personas que tengan un temperamento más enérgico se pasarán el día gritando a los demás y hablándoles de malos modos. Yo me encontré en un ambiente así en una empresa en la que trabajé hace años y resultaba muy complicado mantener un buen ambiente de trabajo, sobretodo porque esta forma de actuar ya venía desde arriba.
Por el contrario, si fomentas el respeto, la educación y los buenos modales, las personas más irascibles tenderán a modelar su temperamento hacia una actitud más condescendiente y menos agresiva que les haga sentirse integrados en el equipo.
Se trata de aplicar el sentido común y valores nobles como el respeto, el compañerismo, el reconocimiento, el perdón, la mente abierta, el sentido de la responsabilidad…
Como les trates a ellos es como al final se tratarán entre ellos y te tratarán a ti. Es lo que conocemos como la cultura de empresa que vamos configurando entre todos, lo que se respira en el ambiente de manera habitual. El equipo acaba adquiriendo una manera de ser propia como un sistema único, aunque se nutra de las distintas personalidades de todos sus miembros, los cuales se acaban adaptando a lo que perciben como habitual o normal en el entorno.
Seguramente tienes más capacidad influencia de la que piensas para que tu equipo se acabe convirtiendo en un “solucionador eficaz de problemas” o por el contrario en un “generador permanente de problemas”.
Las respuestas a estas preguntas te darán pistas sobre cómo se comporta tu equipo:
¿Castigas el error sistemáticamente o intentas que aprendan de ello?
¿Cuándo te llegan rumores o chismes los ignoras o los tratas de esclarecer para evitar malos entendidos?
¿Puedes perder las formas ante situaciones que no te gustan o eres siempre una persona respetuosa?
¿Tiendes a ayudar al equipo o les sueles decir “apañaos vosotros, es vuestro problema”?